Y finalmente fui. En septiembre del 2017. 4 semanas, 2 mujeres, muchos kilómetros y poca improvisación. Porque en Japón el concepto «improvisar» seguro que ni siquiera existe. Me fascinó el contraste, pese a los colores de las urbes me quedé con el verde insultante que existe alrededor de ellas.